La carrera armamentística entre la URSS y EE.UU. obligaba a las superpotencias a invertir grandes esfuerzos en la investigación de armamento no convencional, como los métodos de control del comportamiento o la influencia parapsicológica.
El nuevo estudio, publicado por la biblioteca de la Universidad de Cornell, EE.UU., revela que los científicos de ambos lados del telón de acero se centraban en el desarrollo de tipos de armamento que incluso hoy en día parecen de ciencia ficción.
De acuerdo con Serge Kernbach, autor del trabajo, entre las áreas de especial interés se encontraban temas como el impacto de la emisión electromagnética débil y fuerte sobre sujetos biológicos, así como la posible aplicación práctica de fenómenos físicos como el entrelazamiento cuántico en sistemas macroscópicos, la transmisión de señales basada en el efecto Aharonov-Bohm o el llamado fenómeno del 'operador humano'.
Pese al carácter secreto de este tipo trabajos, las investigaciones soviéticas y estadounidenses a menudo seguían un camino casi paralelo.
En particular, Kernbach recuerda el escandaloso proyecto de la CIA MKUltra, que implicaba el uso de varios métodos para manipular la conducta e influir en el cerebro humano con señales eléctricas y medicación. Aunque los datos claves sobre este programa fueron borrados por la CIA en 1973, se conoce que sus resultados podrían ser útiles para obtener información durante los interrogatorios o para reclutar a nuevos agentes.
Aunque el análisis de Kernbach carece de ejemplos más concretos sobre el uso práctico de los resultados de estos estudios, el autor apunta que durante la Guerra Fría entre los objetivos prioritarios de la influencia de los campos electromagnéticos sobre la fisiología humana podría estar la fabricación de un nuevo tipo de armas.