Aún resuena en México, el feroz conflicto entre católicos y protestantes que se desarrolla en el estado de Oaxaca. Desde que asumió el cargo, el alcalde Pedro Cruz González, él ha estado amenazando que quemará y lanzará al acantilado a todos los “no católicos” de la ciudad de San Juan Ozolotepec.
Hace algún tiempo, la ciudad estableció un precio de 7.
000 pesos que los evangélicos tienen que pagar si quieren hacer sus cultos. Hace dos años, los residentes fueron testigos de una gran controversia cuando se decidió que cada persona que pertenecía a una religión distinta a la católica no podía ser enterrada en el cementerio municipal. A pesar de varias denuncias, el gobierno federal de México no ha hecho nada.
El pastor Leopoldo Alonso Silva, de la Iglesia Cristiana Independiente Getsemaní, informó que, debido a que son minoría, la comunidad evangélica ha sufrido mucha persecución y sólo puede orar por ello.
Unos 18 niños asisten a la Iglesia Cristiana Independiente Getsemaní, sin embargo, uno fue expulsado de la escuela porque sus compañeros de clase lo estaban agrediendo, y la situación estaba causando problemas. Él dice que hay una gran presión hacia ciertas familias católicas de la ciudad para que ocurra lo mismo con los niños de todas las familias evangélicas.
Varias leyes municipales fueron proclamadas en los últimos años con carácter discriminatorio para los que no asisten a la iglesia católica. Las autoridades han prohibido la construcción de nuevas iglesias evangélicas.
En noviembre, un grupo numeroso de católicos radicales atacó y destruyó parte de una iglesia pentecostal que estaba en construcción. Usando martillos y picos, destrozaron la estructura. Armados con piedras y palos, algunos invadieron el lugar y entraron en combate cuerpo a cuerpo con los fieles. El resultado fue: Cuatro personas detenidas, todos evangélicos, entre ellos el pastor.
El tema tuvo repercusiones nacionales y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, informó de que la policía va a investigar por qué el alcalde “ha ordenado la demolición del templo, más allá del linchamiento, el encarcelamiento y la tortura de los seguidores de la congregación religiosa”.
Alfredo Alonso, padre de familia dice que ha sufrido persecución durante años sólo por atreverse a ser diferente en una sala dominada por extremistas políticos católicos. Él dice que en mayo de este año el alcalde advirtió que a los evangélicos los quemaría y arrojaría sus cuerpos en un cañón, si no renunciaban a su fe.
“Sólo por la gracia de Dios estamos vivos, porque vinieron sobre nosotros con toda la furia, con barras de hierro y piedras… amenazándonos con quemarnos, solamente por querer ayudar a nuestro familiares que son víctimas de abuso de autoridad por el alcalde intolerante”, dijo Alfredo.
Leopoldo es hijo de Alfredo, es el pastor de la iglesia atacada, uno de los cuatro evangélicos que quedaron atrapados durante 5 días y sólo fueron puestos en libertad después de que el caso llegó hasta las autoridades estatales que intervinieron en la ciudad. Ahora, el gobierno federal mexicano advirtió que el alcalde González podría enfrentar cargos criminales después de que se concluya el caso.
Miembros de la familia Alonso, explican que los problemas con los católicos radicales existen porque los evangélicos han denunciado reiteradamente la embriaguez, el sexo libre y el culto a los ídolos. Eso molesta a los católicos que responden con amenazas y violencia. Oficialmente, la Iglesia Católica en México, niega su implicación con los grupos radicales, pero hay constancia de que ha condenado la práctica.
Los abusos cometidos contra los evangélicos por parte de católicos son comunes en los estados de Chiapas, Guerrero, Hidalgo y Puebla.
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