El primer ministro, Benjamín Netanyahu dijo que la tormenta que golpeó el país "ocurre una vez en cien años", pero debido a que las autoridades y los ciudadanos de Israel se comportaron como un equipo, se logró evitar el desastre y salvar vidas.
Como resultado, cuatro personas perdieron la vida. Netanyahu dijo que las consecuencias podrían ser mucho más terribles.
Sesenta mil hogares se quedaron sin luz a causa de la tormenta. Los árboles caídos impedían los trabajos de reparación. "Arbustos centenarios y enormes caían como un castillo de naipes", relató un empleado de una compañía eléctrica. Jerusalén permaneció incomunicado por las nevadas durante cuarenta y ocho horas.