El conflicto sirio agrava la división entre los suníes y chiíes libaneses

El aumento del extremismo que vive Siria ya desborda sus fronteras y afecta al Líbano, adonde llegan numerosos combatientes yihadistas profundizando la brecha entre los libaneses y convirtiendo en enemigos a los adeptos de diferentes ramas del islam.

Armas en el suelo y banderas negras yihadistas en la pared. Así es el entorno de un campamento de radicales en el Líbano. El país es uno de los más afectados por el grave conflicto que vive su vecino sirio. Irónicamente, una calle llamada 'Siria' es la que divide la ciudad libanesa de Trípoli en dos partes: la chií y la suní.

Esta partición es aún más evidente en la sociedad en torno al apoyo a los bandos del conflicto entre Gobierno y oposición sirios que ha llegado a involucrar incluso a los más inocentes. Este es el caso de Zaid de tan solo siete años, quien asegura que luchará durante toda su vida contra los que considera sus enemigos.

"Desde ahora mismo estoy listo para defenderme, para matar alauitas y miembros del Ejército sirio", dice.

Decenas de personas acuden diariamente a este campo en las proximidades de Trípoli para adiestrarse en el combate. Afirman que se necesita solamente una semana y un cumplimiento estricto de las reglas para llegar a ser un auténtico muyahidín.

"Existen tres reglas para hacerse muyahidín: hay que olvidarse del dinero, estar dispuesto a morir o a ser detenido, y aceptar que nadie se hará cargo de ti ni de tu familia", explica a RT Hajj Ziad Aluki, líder suní en Trípoli.

Para los residentes ya no es ningún asombro encontrar en las calles combatientes con rifles de precisión para quienes Bin Laden es un maestro y la yihad es su guerra. Ahmed, de 23 años, tras abandonar las filas del Ejército Libre Sirio regresó al Líbano para emplear las habilidades obtenidas durante su estancia en la tierra vecina.

"Yo soy muyahidín, lucho contra los infieles, contra aquellos que no portan la bandera de Alá", señala Ahmed.

Mientras el mundo abriga la esperanza de que termine la cruel batalla que ahoga a Siria, la guerra parece expandirse aún más allá. Porque lo que antes se creía una agrupación clandestina, a día de hoy se ha convertido en una doctrina.

"Ya no existe Al Qaeda como organización, sino como ideología. Y no necesita dinero para crecer, pues se propaga por sí misma. En todas partes del mundo, no solo en el Líbano sino también en los Estados Unidos, el Reino Unido, Serbia", opina Sheij Bilal Radwan, combatiente salafista.

Esta es ahora la realidad que vive el Líbano, que trató de intervenir en el conflicto sirio. Es el momento de que otros países se cuestionen qué consecuencias puede tener el dictar sus reglas sobre una realidad ajena.
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