Hermanos, queremos que sepan lo que va a suceder con los muertos para que no estén tristes como los demás, que no tienen esperanza. Creemos que Jesús murió y resucitó, y de igual manera, Dios hará que todos aquellos que murieron y que creían en Jesús resuciten para estar con él.
Lo que anunciamos ahora es un mensaje del Señor. Los que estemos vivos cuando regrese el Señor, nos iremos con él, pero los que ya hayan muerto irán antes de los que estén vivos.
El Señor mismo vendrá de los cielos. En ese momento dará su orden con voz de mando, de arcángel, sonará la trompeta de Dios y los que hayan muerto en Cristo resucitarán primero. Luego, nosotros los que estemos vivos en ese momento, subiremos a las nubes con los resucitados para encontrarnos con el Señor en el aire, y así estaremos con el Señor para siempre. Anímense entonces unos a otros con estas palabras.
Lo que anunciamos ahora es un mensaje del Señor. Los que estemos vivos cuando regrese el Señor, nos iremos con él, pero los que ya hayan muerto irán antes de los que estén vivos.
El Señor mismo vendrá de los cielos. En ese momento dará su orden con voz de mando, de arcángel, sonará la trompeta de Dios y los que hayan muerto en Cristo resucitarán primero. Luego, nosotros los que estemos vivos en ese momento, subiremos a las nubes con los resucitados para encontrarnos con el Señor en el aire, y así estaremos con el Señor para siempre. Anímense entonces unos a otros con estas palabras.
Hermanos, no necesitamos escribirles nada sobre días y fechas. Ustedes saben muy bien que el día en que el Señor regrese será una sorpresa, vendrá como cuando un ladrón llega en la noche. Cuando la gente diga: «Estamos en paz y a salvo», la destrucción vendrá de repente así como le vienen de repente los dolores a una mujer a punto de dar a luz, nadie podrá escapar. Pero ustedes, hermanos, no están viviendo en la oscuridad como para que ese día los tome por sorpresa como un ladrón. Todos ustedes pertenecen a la luz y al día; no pertenecemos a la noche ni a la oscuridad. Entonces no debemos ser como los demás ni estar dormidos, sino estar despiertos y tener dominio propio. Pues los que duermen, duermen de noche y los que se emborrachan, se emborrachan de noche. Nosotros pertenecemos al día, así que debemos tener control de nosotros mismos, protegiéndonos con la coraza de la fe y el amor, y usando la esperanza de salvación como casco protector. Porque Dios no nos ha elegido para sufrir su castigo, sino que nos eligió para tener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Jesús murió por nosotros para que vivamos junto con él. Así que no importa si estamos vivos o muertos cuando él regrese. Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, así como lo están haciendo ahora.