El Foro.- Influencia de los sacerdotes Gentiles.- La libertad de conciencia.- El rey de los Judíos, Patriarca y Pontífice.- Medios de lucha entre la Iglesia existente.- Problemas de la prensa contemporánea.- Organización de la policía.- La policía voluntaria.- El espionaje conforme al modelo judío.- Los abusos del poder.
El Foro ha producido hombres crueles, fríos, testarudos, sin principios, que se colocan siempre en un terreno impersonal netamente legal. Se proponen a todo trance la defensa y no el bien social. De ordinario no rehúsan defensa alguna tratando de obtener la más alta recompensa por su labor y aferrándose a las argucias de la jurisprudencia: esto es, lo que ha desmoralizado a los tribunales. Por todo esto, permitiendo esta profesión dentro de ciertos límites, haremos a sus miembros funcionarios ejecutivos.
A los abogados, lo mismo que a los jueces, se les privará del derecho de comunicarse con los litigantes: recibirán las causas del tribunal; las estudiarán según las memorias y los documentos de los relatos judiciales, defendiendo a sus clientes conforme a los interrogatorios del tribunal, una vez que esté terminado el esclarecimiento de los hechos. Los honorarios que percibirán serán independientes de la calidad de la defensa. De esta manera tendremos un defensa honesta e imparcial, dirigida no por el interés, sino por la convicción.
Esto suprimirá también la corrupción actual de los asesores, a los que no consentiremos más que en el caso que aquel que pague sea el que gane una causa. Hemos tenido buen cuidado de desacreditar la clase de los sacerdotes Gentiles y de desorganizar por este medio su ministerio, que mucho podría en la actualidad perjudicarnos.
Su influencia sobre los pueblos decrece más cada día. La libertad de conciencia está hoy proclamada en todas partes. Por lo tanto, sólo algunos años tendremos que esperar para ver la ruina completa de la religión Cristiana; lograremos aún más fácilmente la completa extinción de las demás religiones; pero es demasiado pronto para hablar de ello.
Al clericalismo y a los clericales los meteremos dentro de marcos tan estrechos, que su influencia será casi nula en relación con la que tuvieron en épocas pasadas. Pero, cuando los pueblos se echen encima de ellos asumiremos el papel de defensores para evitar el derramamiento de sangre. Por esta línea curva, penetraremos dentro de la fortaleza, y por nada la abandonaremos hasta arruinarla completamente.
El rey de los judíos será el verdadero papa del universo, el patriarca de la Iglesia internacional. Pero mientras no hayamos educado a la juventud en las nuevas creencias de transición, y después en las nuestras, no tocaremos de una manera manifiesta a las iglesias cristianas existentes; pero lucharemos contra ellas por medio de la crítica, provocando las disensiones.
En general, nuestra prensa contemporánea revelará los negocios de estado, las religiones, la ineptitud de los Gentiles, todo ello en términos los más indecentes para infamarlos de todas maneras, COMO EXCLUSIVAMENTE SABE HACERLO EL GENIO DE NUESTRA RAZA.
Nuestro reinado será la apología del reinado de Vichnou, que es su símbolo: de nuestras cien manos cada una tendrá un resorte de la máquina social. Todo lo veremos sin la ayuda de la policía oficial, que tal como la hemos formado, en la actualidad no deja a los gobiernos Gentiles que vean todo lo que sería necesario.
Conforme a nuestro programa un grupo de terceras personas vigilará a los demás, y esto no por otro móvil que el sentimiento del deber y por servir al Estado voluntariamente. Entonces no se considerará deshonroso servir de espía y delator, sino algo digno de alabanza y premio; pero las delaciones mal fundadas serán cruelmente castigadas, para que no haya abusos en este sentido. Nuestros agentes serán sacados lo mismo de las altas clases sociales que de las bajas; de la burocracia que se divierte; de entre los editores, libreros, impresores, dependientes de comercio, obreros, cocheros, lacayos, etc.
Esta policía desprovista de derechos, sin autorización para obrar por sí misma, y por lo tanto, sin poderes, no hará otra cosa sino servir de testigo y presentar sus denuncias: la comprobación de las denuncias y las aprehensiones dependerán de un grupo de Directores de los asuntos policíacos, las aprehensiones serán efectuadas por el cuerpo de gendarmes y por la policía municipal. El que no presente su informe o denuncia de lo que haya visto u oído, sobre cuestiones políticas, será considerado igualmente como culpable del delito de encubridor o como cómplice, lo mismo que si hubiera cometido ambos delitos.
Del mismo modo que hoy nuestros hermanos están obligados bajo su responsabilidad, a denunciar ante la comunidad a los renegados o a toda persona que emprenda cualquier acción contraria a esa misma comunidad, así en nuestro reino universal será obligatorio para todos nuestros súbditos servir al Estado en esa misma forma. Esta organización destruirá los abusos de la fuerza, de la corrupción y todo aquello que nuestros consejos y nuestras teorías de los derechos del hombre han introducido en las costumbres de los Gentiles.
Pero ¿cómo si no hubiéramos podido obtener que se multiplicaran los motivos de desorden en sus gobiernos? ¿Por qué otros medios más aptos? Ciertamente, uno de los más importantes son los agentes a cuyo cargo está la conservación y el restablecimiento del orden.
A éstos hay que dejarlos en condiciones de que puedan manifestar y desarrollar sus malas inclinaciones y caprichos, de que abusen, en fin, de sus poderes, y al primer Jefe, aún de que pueda aceptar de vez en cuando sus vasos de vino.