Le llamaremos, simplemente, Mohamed. Vive en Marruecos. Poco más podemos contar, sin exponerle a un problema mayor.
Porque se trata de un cristiano nacional, un marroquí que se convirtió al cristianismo – algo prohibido en el Reino del norte de África –, un ciudadano que espera que algún día su país abrace la libertad de religión y dejen de perseguir a aquellos que, como él, dejan la religión islámica por otra fe.
Porque se trata de un cristiano nacional, un marroquí que se convirtió al cristianismo – algo prohibido en el Reino del norte de África –, un ciudadano que espera que algún día su país abrace la libertad de religión y dejen de perseguir a aquellos que, como él, dejan la religión islámica por otra fe.
La “libertad de culto” de la que hablaba recientemente el ministro de Asuntos Islámicos Ahmed Tawfiq es, como mínimo, cuestionable. Los cristianos de Marruecos celebran sus reuniones en casas y se ven obligados a vivir su fe casi en el anonimato, temiendo constantemente las represalias de unas autoridades que sospechan de todo aquel que no confiesa el islam.
“La iglesia – nos cuenta Mohamed - sigue siendo presionada fuertemente y perseguida por las autoridades”. La situación además ha empeorado en los últimos años porque se ha comenzado a realizar un trabajo común en todo el país.
“Ahora han formado una sola red de comunicación para obtener información de los cristianos en todo Marruecos, ya no por zonas; porque así controlan mejor cada rincón del país, pasándose información entre ellos”, dice Mohamed. Esta situación tiene un objetivo: atemorizar y acallar. “Han empezado a presionar a los cristianos para meterles temor, puesto que saben que son cristianos y los amenazan con cárcel”, explica.
La tensión ha crecido en los últimos dos meses tras el edicto dictado por el Consejo Superior de Ulemas - la máxima autoridad de interpretación del islam en el país – en el que se recomendaba “la pena de muerte para los apóstatas”. El polémico decreto, que no llegó a ley, ha motivado una nueva oleada persecutoria sobre los cristianos, dice Mohamed.
“Después de que salió este decreto empezaron a llevar a algunos cristianos a los tribunales. Ahora hay en el tribunal tres familias que están siendo juzgadas por ser cristianos, y hay otro que ya lo han juzgado, siendo condenado a 3 años de cárcel. Se trata de un estudiante que confesó su fe, en el sur del país”. Los casos pueden ir a más porque la vigilancia y las amenazas han aumentado. Las autoridades “van a crear problemas en este sentido en Marruecos, porque siguen trabajando, y se mueven en todo el país y aquí mismo en mi ciudad también”, explica.
SITUACIÓN CONVULSA
La situación ha generado malestar y protestas en varios grupos que se oponen a que el islam radical se haga con más poder en el país. El caso de Azid Hamed, un intelectual laico que denunció las interferencias del poder radical islámico en el Gobierno, despertando amenazas de muerte hacia él, ha servido para poner de manifiesto que el panorama presente es insostenible.
“Por un lado”, cuenta Mohamed, están los que apoyan y tienen fe en el islam y su gobierno; y por otro “hay mucha gente que empieza a decir que el islam no es la solución”.
El partido radical islámico, que lleva dos años participando en el gobierno, no ha traído los resultados esperados. “Muchos de los partidos que hay en el gobierno saben que en el futuro habrá problemas para el islam y se ha levantado un partido fuerte en Marruecos que está actualmente en el poder, y al ver que podían tener problemas, amenazaron con salir del poder”. Esta salida en falso fue impedida por el monarca Mohamed VI, pero revela que “se avecina una crisis”, opina este cristiano.
El caso de Azid Hamed sirvió para que los defensores de la libertad de religión tomasen mayor visibilidad, no sólo hacia el extranjero. El bloque laicista en Marruecos todavía sigue teniendo importancia y se está buscando una mayor unión de este grupo, formando una plataforma que luche por una mayor libertad.
ESPERANZAS
Hace unas semanas, diversos grupos laicistas, asociaciones de derechos humanos y algunos políticos celebraron una reunión en Casablanca para acercar posturas e ir formando un bloque unido en contra del ascenso al poder de los islamistas más radicales. Cientos de asociaciones publicaron manifiestos defendiendo a Azid Hamed, y la prensa mayoritariamente también le mostró respaldo.
Desde este bloque unido se redactó un comunicado en el que reivindicaban que la constitución respeta “la libertad de pensamiento, libertad religiosa y de elección”.
Mohamed cree que es el momento de que la iglesia se haga visible para unirse a esta plataforma. “A nosotros como iglesia nos han invitado a entrar en esta unidad, y nosotros les respondimos que sí”, dice este cristiano. “Estoy en contacto con todos los demás hermanos - de otras regiones - para que ellos también ingresen”.
¿Por qué unirse, poniendo así en riesgo la seguridad de muchos de ellos? “El motivo – explica Mohamed – es que ésta es la oportunidad que tenemos los cristianos de que el gobierno nos dé la libertad religiosa”.
TIEMPOS DIFÍCILES
El peligro sigue presente porque “la situación actual sigue siendo difícil y mucha gente ha estado en peligro por haber dejado de ser musulmanes”.
Porque el islam radical también se está moviendo en el país del norte de África. “Hace unos días – cuenta Mohamed - unos islámicos hirieron con un cuchillo a una profesora universitaria en Agadir, que es atea. Ellos le dejaron una nota en su bolso que decía 'el islam es la solución'”.
“Actualmente – concluye – se viven tiempos difíciles en Marruecos, para aquellos que no son musulmanes, ya sean cristianos, judíos, o incluso ateos”.
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