No hay un solo justo

¿A qué conclusión llegamos? ¿Acaso los judíos somos mejores? ¡De ninguna manera! 
Ya hemos demostrado que tanto los judíos como los gentiles están bajo el pecado. Así está escrito: No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. 
Todos se han descarriado, a una se han corrompido. 
No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo! 
Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.
¡Veneno de víbora hay en sus labios! 
Llena está su boca de maldiciones y de amargura. 
Veloces son sus pies para ir a derramar sangre; dejan ruina y miseria en sus caminos, y no conocen la senda de la paz. 
No hay temor de Dios delante de sus ojos. 
Ahora bien, sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a quienes están sujetos a ella, para que todo el mundo se calle la boca y quede convicto delante de Dios. Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado.